En medio de una campaña donde todos prometen lo mismo con distintas palabras, Andrea Rodríguez, segunda candidata a concejal por Unión y Libertad, eligió no disfrazar nada. En un posteo sin filtro (ni corrector ortográfico), repartió palos para todos lados, pero sobre todo apuntó a quienes hoy se llenan la boca hablando de renovación, mientras no sueltan la silla ni con orden judicial.
¿Los destinatarios? Clarito: Daniel “Dany” López, histórico referente de la UCR, que hoy encabeza la lista de Somos Buenos Aires, acompañado por otros tres concejales… ¡que ya están en funciones y ahora piden renovar su banca! Como diría cualquier vecino: más casta, imposible.
Rodríguez no se quedó en lo simbólico. Recordó que acompañó campañas, firmó listas y militó cuando nadie la veía, pero nunca le dieron un lugar real ni un cargo que no fuera decorativo. “Jamás me tuvieron en cuenta”, escribió. Traducción: pusiste el cuerpo, pero el premio fue para los de siempre.
Y cuando dijo que no tiene ni tuvo cargos ñoquis, tiró una bomba. Sin nombres, pero con dirección clara, apuntó a las líderes de Acción Vecinal, denunciadas en redes —y nunca desmentidas del todo— por tener a sus hijas cobrando como asesoras mientras vivían en Mar del Plata y estudiaban carreras universitarias. Un clásico: el discurso de “trabajar por el pueblo” mientras el contrato lo firma la hija desde la compu en La Feliz.
Pero lo más jugado del posteo fue cuando tiró la frase que nadie en la oposición se anima a decir en voz alta: “En el HCD todos acordaron con el poder”. ¿Traducción? Mientras hacen campaña prometiendo pararse fuerte contra el oficialismo, adentro del Concejo aplauden, firman y votan expedientes del Ejecutivo sin chistar.
Y para cerrar con moño: “Los verdaderos traidores fueron Dany López y compañía”. No por pasarse de un bando a otro, sino por cerrar el juego, repartir cargos entre amigos y no permitir que nadie más compita de verdad. ¿La renovación? Puro acting.
Rodríguez, con su estilo rústico pero honesto, rompe la idea de la campaña de buenos modales. No se hace la simpática, ni busca caer bien a todos. Dice lo que piensa —como le sale— y pone arriba de la mesa la interna que muchos prefieren tapar con afiches y caminatas por los barrios.
¿Le alcanzará con decir la verdad como la ve para sumar votos? No lo sabemos. Pero en esta campaña de moldes reciclados, al menos alguien se animó a romper el molde… y algo más.
