El Gobierno nacional quiere sacar el beneficio de la Zona Fría. Básicamente, Milei cree que en invierno la Costa Atlántica es Cancún con viento. Sí, claro, hermano —me salió muy Cristina—: metete un pie en el agua en julio y después contame si es Caribe o crioterapia.
La senadora electa Fernanda Raverta salió con los tapones de punta: “Mientras Milei piensa en recortes, nosotros pensamos en las familias que prenden la estufa”. Y tiene razón: nadie prende la estufa por deporte. Nadie dice: “che, ¿hacemos un asado o prendemos el calefactor?”. Salvo que seas hincha de la Selección de Gas Natural.
En La Costa, el intendente Juan de Jesús ya se calentó (y no por la calefacción). Dijo que sin la Zona Fría, bancar hoteles, piletas climatizadas y hasta la sala de bingo va a costar más caro que un vuelo a Miami. Y ojo: si se corta la Zona Fría, lo único caliente en julio va a ser el mate… y la bronca del turista.

Los gremios y movimientos locales también se sumaron al grito: “No a sacar la Zona Fría”. Porque sin el descuento, pagar la factura de gas va a ser como sacar entrada para el Lollapalooza: te lo venden en cuotas y encima no sabés si vas a sobrevivir a la segunda fecha.
Encima, dicen que la Zona Fría “fomenta la estacionalidad”. Claro, porque los turistas mueren de ganas de venir en invierno a la costa bonaerense, tirarse en la arena con gorro de lana y termo, y sacarse selfies al lado de un médano escarchado. Eso no es turismo: es entrenamiento para la Antártida.
En resumen: si sacan la Zona Fría, el único plan viable para los costeros va a ser abrazarse todos juntos en la rotonda de Santa Teresita para hacer calor humano. Y ahí sí, Milei va a poder decir que cumplió: somos una sociedad libre… pero de frazadas.

															
																								
																								
																								


