Un choque de mundos: coimas, batalla cultural y el ring virtual de Junín

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El lunes por la noche, en el Teatro San Carlos de Junín, el Presidente Javier Milei cerró el acto de La Libertad Avanza para presentar a sus postulantes bonaerenses rumbo a octubre. El escenario, teñido de euforia, chistes afilados y guiños familiares, se transformó en epicentro de una nueva “batalla cultural” con olor a nuevas peleas políticas.

Roxana Cavallini, candidata a diputada nacional por la provincia de Buenos Aires, subió al escenario como símbolo de la cercanía al círculo más leal de Milei. Su presencia no era casual: confirma que el armado libertario no solo está en Buenos Aires, sino que quiere plantarse sin respiro en el interior provincial.

El Presidente evitó referirse al escándalo de los audios por presuntas coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), que salpican a su hermana Karina. En cambio, desplegó el discurso de la grieta y el choque cultural: criticó al kirchnerismo como sembrador de caos e inestabilidad, arengó con una letra controvertida sobre Néstor Kirchner (“Los Kukas tienen miedo… saquen al pingüino del cajón… viva la libertad, carajo”), y se despachó con una frase —que ya retumba en redes— asegurando que “los de enfrente están molestos porque le estamos afanando los choreos”.

Del otro lado del Ring, el kirchnerismo devolvió el fuego con un cartel bien filoso: “Kirchnerismo nunca más — con 3 % nunca menos”, una alusión directa e irónica a las coimas que involucrarían a Karina, hermana del Presidente.

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Queda claro que esto ya no es solo un enfrentamiento político-musical, sino una pugna entre dos modelos de país: uno que pretende ser “libertario”, rupturista y digital, y otro que apuesta por un relato peronista con raíces tradicionales y discursivas. ¿Es esta “batalla cultural” un tema real para la mayoría de los argentinos… o estamos ante una guerra de espejos, un show hipersegmentado?

Los jóvenes parecen estar en el centro de esta disputa. Las chicanas virtuales, memes mordaces y consignas veloces están diseñadas para impactar, enganchar votos y construir una identidad digital de tribu. Pero… ¿influyen realmente en el voto? ¿O solo rebotan en el mismo núcleo de militantes?

Desde afuera, como “rosquero que observa sin pelear”, lo que se ve es que los dos bandos —kukas vs libertarios— se van pareciendo más de lo que admiten: la misma teatralidad, el mismo juego de símbolos, la misma pulsión por emocionarse antes que argumentar, aunque cada uno lo diga a su manera. Quizás terminen siendo lo mismo, «con distinto olor».