En el Partido de La Costa, el año electoral 2025 llegó con todo: promesas de cambio, viejos conocidos disfrazados de nuevos y —como no podía faltar— un nivel de fragmentación que haría sonrojar hasta a una asamblea estudiantil. Y entre tantas listas, Sergio Santana decidió que era su turno de subirse al ring político. Otra vez.
Sí, el mismo Santana que se volvió viral este verano cuando dijo que “La Costa se había llenado de gente marrón” —una declaración que ofendió al turismo, al bronceado y a la inteligencia en general— ahora busca canalizar ese impacto mediático en votos. ¿Cómo? Armando una nueva fuerza política: Unión y Libertad, que suena como un club de barrio pero viene con sabor libertario, aunque con receta propia.

El salto a la arena electoral no fue casual: Roxana Cavallini no lo quiso en su lista, y cuando te cierran la puerta, lo lógico (en política costera) es abrir una ventana… o fundar un partido. Así, con el reloj marcando los minutos finales, Santana logró armar una lista con un combo insólito: políticos reciclados, vecinos voluntariosos y —aparentemente— alguien que sabe usar Excel.
La lista será presentada “en los próximos días”, según anunció el propio Santana, quien la definió con toda humildad como “un cambio importante para la política costera”. Ojo, no aclaró si importante por revolucionario o por pintoresco. En campaña todo vale.
Pero lo de Santana no es nuevo. Hace rato que viene disparando munición gruesa contra todos, pero especialmente contra el radicalismo local. Su blanco favorito: Daniel López, a quien se refiere como “el marplatense”, porque —según Santana— no viviría en La Costa. Un detalle que en la política local equivale a haber cometido herejía.
¿Y qué dice el radicalismo? Nada. Están ocupados viendo cómo sobreviven a la fuga de dirigentes, a la caída de imagen y a una interna más enroscada que una novela turca.
La elección costera 2025 pinta como una fiesta… pero de disfraces. Cada semana aparece una nueva fuerza, una nueva fractura y un nuevo candidato “vecinal” que promete patear el tablero mientras juega con fichas prestadas. En ese contexto, Sergio Santana entra al juego con el discurso de outsider, pero con experiencia de mediático, algo de picardía y muchas ganas de incomodar a quienes se sienten cómodos. ¿Le alcanzará? Nadie lo sabe. Pero al menos, el show está garantizado