La delfín de Cavallini que promete hacer olas en las aguas del poder local
De la Pileta al Concejo: Cómo González se Zambulló en la Política Costera
La delfín de Cavallini que promete hacer olas en las aguas del poder local
Por Redacción Política
En una época donde los políticos salen a correr para mostrar cercanía con el pueblo, Marcela González decidió que era mejor sumergirse. Literalmente. Porque si algo caracteriza a esta candidata libertaria es que prefiere las aguas abiertas a los pasillos cerrados del poder.
Su rutina matutina podría ser el guión de una película de superación personal: madruga para entrenar natación y después abre las puertas de su inmobiliaria. Vida sana, disciplina y un discurso que mezcla un casual «Hola mi gente» con consignas libertarias que harían sonrojar a Milei. Una combinación tan argentina como el dulce de leche con queso: rara, pero funciona.
La Política en Malla
La candidata se define como directa, divertida y segura de sí misma. Y vaya que lo demuestra: no duda en subir historias de Instagram mostrando su entrenamiento, hablándole a su público sin filtro, con la confianza de quien cree que la política se puede hacer en malla de natación o con las antiparras puestas.
Porque, seamos honestos, ¿qué mejor metáfora para la política argentina que nadar en aguas turbias con poca visibilidad?
«Prefiero nadar en aguas abiertas con mi grupo», repite cada vez que puede, como un mantra acuático. Y claro, la metáfora se vende sola: si no le teme al mar embravecido, ¿por qué le temería al océano de la política local? Aunque uno se pregunta si entre sus «aguas abiertas» no habrá alguna que otra pileta privada con vista al mar.
Rumbo al Concejo: Estilo Libre
Según las encuestas, González ya tendría asegurada una banca en el Honorable Concejo Deliberante a partir del 10 de diciembre. Y mientras algunos candidatos todavía buscan cómo instalarse en el imaginario popular, ella nada tranquila, confiada en su brazada libertaria.
Claro que la política no es una pileta climatizada: acá hay olas, corrientes y algún que otro tiburón con expediente judicial. Pero González —y aclaremos que hablamos del delfín político apadrinado por Roxana Cavallini, no del perro González— parece decidida a mostrar que, con o sin salvavidas partidario, puede meterse en la rosca sin ahogarse.
La pregunta del millón (o del peso devaluado) es si sus habilidades acuáticas se traducirán en destreza legislativa. Porque una cosa es hacer la plancha en el agua, y otra muy distinta es no hacer plancha en las sesiones.
Ninguneos y Resistencia al Cloro
La campaña le viene sumando ninguneos y miradas de costado desde otros espacios políticos. Algunos la ven como la típica candidata Instagram, más preocupada por los likes que por las ordenanzas. Otros, directamente, la consideran un fenómeno de temporada veraniega.
Sin embargo, la candidata no se victimiza: levanta la cabeza, ajusta el gorro de natación y sigue adelante. Para sus seguidores, es la imagen de la meritocracia con patas de rana. Para sus críticos, simplemente la chica de la pileta que se cree lista para legislar sobre presupuestos municipales.
En tiempos donde la política parece un deporte de contacto, ella eligió uno acuático. Y en un partido que tiene 96 kilómetros de playa, la elección parece estratégicamente acertada. Además, no está sola en el agua: su madrina política, Roxana Cavallini, puede presumir de tener una hija guardavidas. Casualidades de la vida, o tal vez no tanto: en la Costa, hasta los salvavidas parecen tener pedigree político.
El Agua y el Aceite de la Política Costera
Lo cierto es que, gane o no gane, González ya se convirtió en un personaje de la política costera. Su estilo fresco de redes sociales choca con la solemnidad tradicional del ámbito legislativo, como el agua dulce con la salada.
Y si efectivamente entra al recinto el 10 de diciembre, habrá que ver si puede mantener ese estilo descontracturado de Instagram en un lugar donde las aguas suelen ser más turbias que transparentes, y donde los tiburones no solo están en el mar.
Porque una cosa es navegar las corrientes del Río de la Plata, y otra muy distinta es sortear las corrientes internas de un partido político. Pero bueno, si alguien puede hacer la diferencia nadando contra la corriente, tal vez sea esta sirena libertaria que promete hacer olas en las aguas quietas de la política local.
Al final del día, solo el tiempo dirá si su estilo libre es compatible con el nado sincronizado que requiere la legislatura. Mientras tanto, seguirá entrenando: después de todo, en política, como en natación, el que no flota, se hunde.