Dicen que todo acto en campaña tiene valor simbólico. Y Matías Porta lo sabe. Este sábado cuelga la aureola y pasa por el altar. El ahora ex «San Porta» —título que le adjudicaron docentes y auxiliares cada vez que clamaban por la suspensión de clases ante cualquier nube negra— decide formalizar… justo en plena temporada de tormentas políticas.
Porta fue visto hace apenas unos días en un plenario del PRO en Mar del Plata, recordando viejos tiempos cuando acompañaba a Santilli y Larreta. Pero las PASO 2023 lo dejaron tercero, y la lapicera del poder local pasó a manos de Dani López, el hombre de Bullrich (bueno, o al menos el que la acompañó en el marco de la unidad de Juntos).
Aunque las malas lenguas aseguran que la fiesta será en el barrio privado 314, conocido desarrollo de la familia López, voceros cercanos lo desmienten: “De ninguna manera. No nos cerró el número”, dijeron.
La lista de invitados es un mapa multicolor del escenario político local. Hubo empujones por los primeros lugares, pero la lapicera —como en toda buena interna— la tuvo Porta. Al parecer, la única invitación que no llegó a tiempo fue la de los López. ¿Problemas de logística? Fuentes consultadas dicen que se les rompió “la correa” a la máquina justo cuando le tocaba a esas tarjetas. Otro error técnico en la interna local.
Otra que no va a estar es Cavallini: pretendía sentarse cerca de la estufa y ya no había más lugar.
El menú, digno de un plenario: fue imposible conformar a todos. Si bien habrá algunos ñoquis, la gran discusión se dio entre las carnes: no sabían si servir palomas o halcones. En lo único que hubo unanimidad fue en el postre. Todos panqueques, en un claro gesto de apertura política. «El que no cambió de espacio que tire la primera copa», se oyó.
En definitiva, Porta se casa. Lo que no se sabe es si sigue en campaña o en luna de miel. Lo real es que, por ahora… la campaña parece amorosa y «juntos» para siempre.