La reconocida competencia internacional tiene como propósito fomentar la innovación abierta en estudiantes universitarios de Latinoamérica. Es una actividad que se desarrolla en equipos durante 28 horas consecutivas y está orientada a la resolución de problemáticas reales que requieran de una solución creativa, no sólo en el ámbito tecnológico, sino también en temas sociales, ambientales, organizacionales, artísticos, logísticos o de otro tipo.
La Universidad Atlántida Argentina participó un año más como sede de la competencia en Mar de Ajó y Mar del Plata. En Mar de Ajó el equipo integrado por Santiago Morgner, Sergio Piñeiro, Leonardo Manuel, Jorge Peralta, David Fernández y Belén Ojea, obtuvo el segundo premio a nivel nacional en la categoría Innovación respondiendo al desafío: S.O.S. AQUÍ ESTOY! que consistía en proponer un dispositivo que apoye con más efectividad la búsqueda y localización de personas para su rescate con vida o regreso corporal.
“Teníamos que presentar una solución que permitiera agilizar el proceso de búsqueda de personas en ocasiones de desastre, ya sea (preferentemente) con vida o muertas. El proyecto que presentamos consistió esencialmente en un robot de exploración con capacidad para obtener información ambiental que permita a su usuario controlador determinar la presencia de cuerpos en las proximidades de la zona. Aparte, facilita la conexión a una red a los sobrevivientes al desastre que puedan encontrarse atrapados en las estructuras colapsadas” comenta Sergio Piñeiro uno de los participantes.
Santiago Morgner agregó: “Ideamos un snakebot (un robot serpiente) capaz de filtrarse por entre los escombros y que, gracias a una serie de sensores y dispositivos, brinda los datos necesarios para poder actuar, de manera que los rescatistas tienen mejor información para tomar una decisión, ya que la visión del snakebot (que llamamos UMAI) puede verse y controlarse desde una aplicación desde un dispositivo móvil”.
Con respecto a la experiencia sostienen que fue muy enriquecedora: “En nuestro caso todos o casi todos ya habíamos participado antes. Se pasa un buen rato, es muy divertido, pero es necesario para disfrutarlo al máximo tener un espíritu competitivo y ganas de trabajar. Yo no dormí durante casi dos días. Son 28 horas consecutivas y las distintas etapas del proyecto hay que abordarlas con audacia. Para aquellos no tan competitivos también hay lugar, porque se puede ir de un lado a otro «pispeando» lo que hace un equipo y otro, mate en mano” aseguró Morgner.