Desde la Asociación de Propietarios de Embarcaciones de Pesca Artesanal de Subsistencia y Afines (APEPA) afirman que si bien hay optimismo en relación a la recuperación de la almeja amarilla es necesaria la concientización de la gente y el control municipal sobre la extracción para continuar con el fortalecimiento.
La almeja amarilla tiene su hábitat en toda la costa de Brasil, Uruguay y Argentina y en 1993 comenzó en Brasil una mortandad propia de la especie por una bacteria que afectó a la almeja adulta. Esta bacteria mutó y llegó a nuestro país en 1995 y en las costas bonaerenses hubo una pérdida de esa especie en ejemplares adultos lo que debilitó la reproducción, según relatan desde la entidad.
Desde 1995 a la actualidad hubo mucha urbanización y circulación de vehículos por la costa que produjo que esas almejas jóvenes murieran y las que sobrevivieron son las reservas con las que se cuenta y las que actualmente se pueden ver.
No obstante, el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP) está haciendo una investigación por la aparición de almejas muertas en la orilla del mar, desde la institución creen que tiene que ver con que en esta época del año florecen las algas y eliminan una toxina que provocan la muerte de algunos bivalvos.
“En este resurgir de la almeja amarrilla tuvo mucho que ver la política de preservación y la ordenanza municipal 1704 dictada en el año 1996 que prohíbe la extracción”, explicó Stella Maris, secretaria de APEPA.
Desde la entidad además remarcan que en coincidencia también ha aumentado la presencia de pescado, en especial de la corvina, especie que tiene como parte de su dieta a la almeja amarilla.
En esa línea afirman que es necesario además de la ordenanza y las campañas de concientización tener el control de la autoridad de aplicación porque de lo contrario el optimismo al ver que la especie se fortalece queda sin sentido.